LOS DIARIOS DE JOE ORTON, EN EL SELLO CABARET VOLTAIRE
El 9 de agosto de 1967, en Londres, el dramaturgo Joe Orton fue
asesinado a martillazos por su amante, Kenneth Halliwell, quien
se suicidó inmediatamente después. Halliwell dejó una nota que
decía: «Si leéis sus diarios todo quedará explicado».
Joe Orton. Dramaturgo inglés, considerado uno de los más originales
del s. XX. Nació el 1 de enero de 1933 en Leicester. De
origen humilde, en 1950, y tras muchos esfuerzos, consiguió
entrar en la Royal Academy of Dramatic Art. Allí conoce a Kenneth
Halliwell, con el que desarrolla una gran amistad, que acabará en
una relación sentimental. Empezaron a escribir, conjuntamente,
novelas y cuentos satíricos, relatos que no consiguieron publicar.
En 1962 es encarcelado durante seis meses junto a Halliwell
por haber estropeado las tapas de 70 volúmenes de una biblioteca
pública con obscenidades y rajaduras. Es entonces cuando
Orton decide escribir en solitario. Llegó a conseguir un estilo
propio, utilizando un lenguaje formal y elegante en situaciones
trágicas, lo que daba a sus tramas una especie de aire absurdo.
A través de sus personajes expresó la dinámica década de los
60, haciendo que se burlasen de los viejos valores, confiriéndoles
un espíritu rebelde y poco convencional, que tendía al humor
negro y al lenguaje rudo. Su obra transgresora y de vanguardia
creó, junto a la de Harold Pinter, un nuevo teatro inglés, satírico
y macabro. Entre sus obras dramáticas destacan Entertaining
Mr. Sloane, Loot, The Good and Faithful Servant, The Erpingham
Camp, What the Butler Saw, Funeral Games.
«El genial y anárquico Orton, con su desenfrenada vida sexual,
parece la encarnación del espíritu de los sesenta… Su historia
puede interpretarse como un cuento con moraleja, un mito arquetípico,
una historia clínica o el paradigma de una época.» The
New York Review
Stephen Frears dirigió en 1987 la película Ábrete de orejas (Prick
Up Your Ears) basada en los Diarios.
JOE ORTON por Francisco Nieva
«Me parece que fue en febrero o marzo de 1967, cinco o seis
meses antes de que le matara Kenneth Halliwell, cuando conocí a
Joe Orton en el teatro londinense donde se representaba “Loot”.
Venía conmigo Tom Bowles, joven y rico americano, que me
propuso tras la función pasar al escenario usando “mis motivos”.
Gozaba yo entonces una beca March para visitar toda clase de
teatros europeos para calibrar su dotación técnica. Ningún teatro
de Londres -en plena gloria del teatro joven: Osborne, Pinter,
Wesker, etc.- era en este sentido una maravilla. Siempre sucede
lo mismo entre lo que es y lo que parece. La mejor “imagen” del
teatro inglés de entonces la daban sus autores.
»Creo que me estaba poniendo el abrigo para salir, cuando Tom
apareció acompañado de un muchacho de aire suelto y afable.
“Es el autor”, me dijo, entre alegre y enfático. Me chocó. Yo aún
era joven, pero Orton tenía nueve años menos que yo y se complacía,
con evidentes resultados, en parecer más joven. Inmediatamente
me di cuenta de que se había sentido “muy feliz” de
conocer a Bowles. No me cabía duda del ambiente en que Joe
Orton había decidido vivir. Y morir.
»Orton siempre estaba al acecho del público. Leyendo su diario
se nota el estado de plenitud en que vivía como persona. Gozaba
de sus éxitos y se sentía agresivamente estimulado por los obstáculos
y fallos. Nos preguntó con graciosa ansiedad si la obra
nos había gustado. ¡Pues claro que sí! “Loot” impresionaba por
su cinismo, pero también por una inefable poesía que envolvía su
macabra anécdota. Nos despedimos, los espectadores habían
vaciado la sala. Le di la mano, que estrechó con una sacudida
fuerte y caliente. Había en Orton una “energía blanca”, una fuerza
expansora que le venía de esa plenitud pasional, como un trémolo
interno, constantemente sonando. Recordé muy bien esta
impresión cuando conocí la noticia de su muerte. No pudo sufrir.
Un fuerte martillazo en la cabeza anula toda consciencia. Espero
que no se diera cuenta de nada, que no sintiera terror…
»Hay que concederle a Orton una enorme inteligencia. Esa inteligencia,
depurada de todo amaneramiento, solitaria, desnuda,
se manifiesta en sus escritos parca y elegantemente. Orton se
hallaba instalado en la luz. No es extraño que en la inteligencia de
Orton, la gente encontrase un aspecto, inevitable, de crueldad.
Con lo estúpido hay que ser cruel. Lo estúpido mata.»
Francisco Nieva
*Esta información corresponde al sello Cabaret Voltaire. La foto es de Joe Orton y se la tomó Lewis Morley.
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